Azrael, abre tu ala negra, y honda,
cobíjeme su palio sin medida,
y que a su abrigo bienechor se esconda
la incurable tristeza de mi vida.
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Jesús no vino al mundo de 'los cielos'.
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del Espíritu.
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Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
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Al oír tu dulce acento
me subyuga la emoción,
y en un mudo arrobamiento
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¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente,
de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna?
-Es un rayo de luna que se baña en la fuente,
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-¿Queréis que todo esto vuelva a empezar?
-Sí -responden a coro.
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Flor de Mayo como un rayo
de la tarde se moría…
Yo te quise, Flor de Mayo,
tú lo sabes; ¡pero Dios no lo quería
...
Yo también, cual los héroes medievales
que viven con la vida de la fama,
luché por tres divinos ideales:
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Yo amaba lo azul con ardimiento:
las montañas excelsas, los sutiles
crespones de zafir del firmamento,
el piélago sin fin, cuyo lamento
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Amiga, mi larario esta vacío:
desde que el fuego del hogar no arde,
nuestros dioses huyeron ante el frío;
hoy preside en sus tronos el hastio
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