Es cierto,
la pesadumbre tras el cautiverio
donde no vive la luz
es lo que a mí me nutre,
el exilio con que te cubres
y que sabe un poco a muerte.
Los tobillos huidos
que yo ato en la distancia
los sazono y
apuradamente los hago partir
como naves
por mi garganta.
Luego espero reposadamente a que lleguen a puerto.
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