LUIS GARCÍA MONTERO

LUIS GARCÍA MONTERO Poems

He vendido mi alma dos veces al diablo,
por monedas de niebla y curso clandestino
en países que nadie se ha atrevido a fundar.

Un realista que vive el mundo de los sueños,
un soñador que quiere vivir la realidad.

Mal destino es el tuyo.
Así te va.
...

Ich verkaufte meine Seele zweimal an den Teufel
für Nebelmünzen und zum Schwarzmarktpreis
in Ländern, die keiner sich zu gründen traut.

Ein Realist, der in der Welt der Träume lebt,
ein Träumer, der die Wirklichkeit erleben will.

Bös ist dein Schicksal.
Du hast es verdient.
...

Nadaba yo en el mar y era muy tarde,
justo en ese momento
en que las luces flotan como brasas
de una hoguera rendida
y en el agua se queman las preguntas,
los silencios extraños.

Había decidido nadar hasta la boya
roja, la que se esconde como el sol
al otro lado de las barcas.

Muy lejos de la orilla,
solitario y perdido en el crepúsculo,
me adentraba en el mar
sintiendo la inquietud que me conmueve
al adentrarme en un poema
o en una noche larga de amor desconocido.

Y de pronto la vi sobre las aguas.
Una mujer mayor,
de cansada belleza
y el pelo blanco recogido,
se me acercó nadando
con brazadas serenas.
Parecía venir del horizonte.

Al cruzarse conmigo,
se detuvo un momento y me miró a los ojos:
no he venido a buscarte,
no eres tú todavía.

Me despertó el tumulto del mercado
y el ruido de una moto
que cruzaba la calle con desesperación.
Era media mañana,
el cielo estaba limpio y parecía
una bandera viva
en el mástil de agosto.
Bajé a desayunar a la terraza
del paseo marítimo
y contemplé el bullicio de la gente,
el mar como una balsa,
los cuerpos bajo el sol.
En el periódico
el nombre del ahogado no era el mío
...

Ich schwamm aufs Meer hinaus, spät,
genau in jenem Augenblick,
in dem die Lichter wabern wie die Glut
eines erlöschenden Feuers
und die Fragen im Wasser verbrennen,
die seltsame Stille.

Ich wollte bis zur roten Boje schwimmen,
die sich, der Sonne gleich, auf der anderen Seite
der Boote versteckte.

Weit entfernt vom Ufer, einsam
und verloren in der Dämmerung,
tauchte ich ins Meer,
spürte dieselbe Unruhe, die mich erfasst,
wenn ich in ein Gedicht tauche
oder in eine lange Nacht unbekannter Liebe.

Und plötzlich sah ich in den Wellen
eine Frau
von matter Schönheit, älter schon,
das schlohweiße Haar zum Zopf,
schwamm sie mir entgegen,
löste sich mit ernsten Armzügen
vom Horizont.

Als wir aufeinandertrafen,
hielt sie inne und sah mir in die Augen:
Ich bin nicht gekommen, dich zu holen.
Dich noch nicht.

Marktgeschrei weckte mich,
das Knattern eines Mopeds,
das verzweifelt durch eine Straße heizt.
Es war fast Mittag,
der Himmel klar
eine flatternde Fahne
am Mast des August.
Ich ging zum Frühstück ins Café
an der Strandpromenade
und sah dem Treiben zu.
Das Meer war ein Wasserbassin,
Körper unter der Sonne.
Und in der Zeitung
der Name eines Ertrunkenen. Nicht meiner.
...

No hay pues mujer más sola,
más tristemente sola,
que la que quiere amar a un hombre triste.
Piedad Bonnett

Los hombres tristes,
que tienen en sus ojos un café de provincias,
que no saben mentir como quien dice,
que se esconden detrás de los periódicos,
que se quedan sentados en su silla
cuando la fiesta baila,
que gastan por zapatos una tarde de lluvia,
que saludan con miedo,
que de pronto una noche se deshacen,
que cantan perseguidos por la risa,
que abrazan, que importunan hasta quedarse solos,
que retornan después a su tristeza
igual que a su pañuelo y a su vaso de agua,
que ven como se alejan las novias y los barcos,
esos hombres manchados por las últimas horas
de la ocasión perdida,
se parecen a mí.
...

Es gibt wohl keine Frau,
die einsamer und trauriger wäre
als die, die einen traurigen Mann liebt.
Piedad Bonnett

Die traurigen Männer,
in ihren Augen ein Kleinstadtcafé,
die wortwörtlich nicht lügen können,
sich hinter ihren Zeitungen verstecken,
auf verchromten Stühlen verharren,
wenn die Feier in Schwung kommt,
statt in Slipper in einen Regenabend schlüpfen,
schüchtern grüßen,
Männer, die eines Nachts aufblühen,
singen und prusten vor Lachen,
die umarmen, rempeln, rülpsen, bis alle andern fort sind,
dann in ihre Traurigkeit zurückfallen,
ihr Stofftaschentuch hervorholen, das Wasserglas,
und zusehen, wie Bräute und Boote davonziehen.
Jene Männer, gezeichnet von den letzten Stunden
einer verpassten Gelegenheit,
sind fast wie ich.
...

Cuando cierro la puerta de mi casa
suelen los escalones llenárseme de dudas.
Es posible, tal vez
la luz trabajadora del despacho
se ha quedado encendida,
no sé si corté el agua
y además me parece
que no le di dos vueltas a la llave.

Es como cuando salgo de alguna discusión
y el ascensor se cubre de verdades no dichas.
Van conmigo respuestas decisivas.
Más tarde siento miedo
de aquellos dos minutos de intemperie.
Yo levanté la voz, los demás se callaron
y se rompió la copa.

Es como cuando salgo de una fiesta
y me asalta el temor
de que alguien se haya molestado.
¿Me despedí de ella? ¿Debería
acordarme de él?
¿Entendieron la broma
y la doble intención de mis palabras?
¿Ha llegado a saberse
la pequeña mentira del viernes por la tarde?

Es como cuando salgo de mí mismo,
después de haber nadado entre dos aguas
incluso en la bañera.
Dejo la ropa sucia a los pies de la silla,
una cama deshecha,
los platos sin lavar,
toallas en el suelo, y en el cuarto de baño
un espejo con niebla
donde está todavía
el desnudo sin piel del impostor
que ahora sale a la calle,
y saluda a los otros,
y atiende a quien le llama por su nombre.

Todo es raro y difícil
como sentirse Luis, como vivir en el segundo
izquierda de la noche,
ser español o estar enamorado.

Tal vez nos vamos de nosotros mismos.
Pero queda una luz, un grifo abierto,
la sombra de una puerta mal cerrada.
...

Kaum trete ich aus der Haustür,
kommen mir auf den Stufen Zweifel.
Hab ich vergessen
das unermüdliche Licht im Büro
auszuschalten?
Hab ich den Wasserhahn zugemacht?
Mir kommt es vor, als hätte ich versäumt,
den Schlüssel zweimal rumzudrehen.

So ist es auch, wenn ich im Streit fortgehe
und der Fahrstuhl sich mit ungesagten Dingen füllt.
Nun liegen mir auf einmal alle Antworten auf der Zunge.
Später machen mir die zwei Minuten
Donnerwetter Angst.
Ich wurde laut, die anderen verstummten.
Glas zerbrach.

So ist es auch, wenn ich aufbreche von einer Feier
und mir nicht sicher bin, ob ich nicht doch
jemanden vor den Kopf gestoßen habe.
Hab ich mich von der einen verabschiedet? Hätt ich mich
an den andern erinnern müssen?
Haben sie den Scherz verstanden,
den Doppelsinn meiner Worte?
Ist meine Notlüge von Freitag-
abend aufgeflogen?

So ist es auch, wenn ich heraustrete aus mir selbst,
nachdem ich zwischen allen Stühlen gesessen habe,
sogar noch am Küchentisch.
Ich lege die Wäsche neben den Hocker,
hinterlasse ein zerwühltes Bett,
schmutziges Geschirr,
Handtücher auf dem Boden und im Bad
einen beschlagenen Spiegel.
Vor dem steht immer noch der Nackte,
ohne das Fell des Hochstaplers,
der jetzt das Haus verlässt
und die anderen Leute grüßt,
sich einem zuwendet, der ihn beim Namen nennt.

Alles ist seltsam und vertrackt,
wie sich als Luis zu fühlen oder im zweiten Stock
links neben der Nacht zu wohnen.
Oder Spanier zu sein. Oder verliebt.

Kann sein, wir treten aus uns selbst heraus.
Aber ein Licht brennt noch, ein Wasserhahn tropft.
Der Schatten einer unverschlossenen Tür.
...

Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.

Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.

Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.

Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.

Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
...

10.

Wörter verlieren sich
von Mund zu Mund,
in Nebelschwaden, wie Schiffe.
Sie fahren ihre Fracht über die Gespräche,
finden keinen Hafen,
und die Nacht, ein Anker, zerrt an ihnen.

Sie müssen sich ans Altern gewöhnen,
geduldig wie Holz,
verschlissen von Wellen, müssen ertragen,
wie sie aufquellen, langsam leckschlagen,
bis das Meer in ihren schmucklosen Laderaum dringt
und sie zum Kentern bringt.

Weil das Leben in die Wörter dringt
wie das Meer in ein Schiff,
legt es eine Patina auf die Namen der Dinge
und führt den Himmel eines Datums,
den Balkon eines Hauses
zu den Wurzeln eines Adjektivs,
die Lichter einer Stadt, gespiegelt im Fluss.

Wenn die Liebe zwischen Nebelschwaden
in die Wörter einmarschiert, schlägt sie
an ihre Wände, schnitzt die Zinken
einer persönlichen Geschichte,
hinterlässt in der Vergangenheit des Wortschatz'
einen Eindruck von Kälte, von Hitze.
Nächte, die die Nacht sind,
Meere, die das Meer sind.
Einsame Spaziergänge, so lang wie ein Satz.
Angehaltene Züge und Lieder.

Ist die Liebe, wie alles, eine Frage der Worte,
schuf ich eine Sprache auf dem Weg zu dir.
...

Nunca he tenido dioses
y tampoco sentí la despiadada
voluntad de los héroes.
Durante mucho tiempo estuvo libre
la silla de mi juez
y no esperé juicio
en el que rendir cuentas de mis días.

Decidido a vivir, busqué la sombra
capaz de recogerme en los veranos
y la hoguera dispuesta
a llevarse el invierno por delante.
Pasé noches de guardia y de silencio,
no tuve prisa,
dejé cruzar la rueda de los años.
Estaba convencido
de que existir no tiene trascendencia,
porque la luz es siempre fugitiva
sobre la oscuridad,
un resplandor en medio del vacío.

Y de pronto en el bosque se encendieron los árboles
de las miradas insistentes,
el mar tuvo labios de arena
igual que las palabras dichas en un rincón,
el viento abrió sus manos
y los hoteles sus habitaciones.
Parecía la tierra más desnuda,
porque la noche fue,
como el vacío,
un resplandor oscuro en medio de la luz.

Entonces comprendí que la inmortalidad
puede cobrarse por adelantado.
Una inmortalidad que no reside
en plazas con estatua,
en nubes religiosas
o en la plastificada vanidad literaria,
llena de halagos homicidas
y murmullos de cóctel.
Es otra mi razón. Que no me lea
quien no haya visto nunca conmoverse la tierra
en medio de un abrazo.

La copa de cristal
que pusiste al revés sobre la mesa,
guarda un tiempo de oro detenido.
Me basta con la vida para justificarme.
Y cuando me convoquen a declarar mis actos,
aunque sólo me escuche una silla vacía,
será firme mi voz.

No por lo que la muerte me prometa,
sino por todo aquello que no podrá quitarme.
...

Ich hatte keine Götter,
noch spürte ich in mir den eisernen
Willen eines Helden.
Der Stuhl meines Richters
blieb lange leer.
Mich erwartete kein Prozess, Rechenschaft
über meine Tage abzulegen.

Entschlossen zu leben, suchte ich einen schattigen Platz
für den Sommer
ein Lagerfeuer mit der Kraft,
den Winter auszutreiben.
Schweigend durchwachte ich Nächte,
Eile kannte ich nicht.
Und das Rad der Jahre drehte sich.
Ich war mir sicher:
Das Leben hat keine Transzendenz,
weil das Licht stets
in der Dunkelheit verlischt,
ein Schimmer, umgeben von Nichts.

Dann loderten im Wald die Bäume auf
von so viel beharrlichen Blicken,
und das Meer schürzte seine Sandlippen
wie in eine Ecke geflüsterte Worte.
Der Wind öffnete seine Fäuste,
die Gasthöfe ihre Zimmer.
Die Erde war nackt wie nie zuvor,
weil die Nacht
dem Nichts glich,
ein dunkler Schimmer, umgeben von Licht.

Da verstand ich: Unsterblichkeit
gibt es schon vorab.
Eine Unsterblichkeit, wie man sie nicht spürt
auf Plätzen mit Statuen,
in frommen Wolken oder
in der eingeschweißten Eitelkeit der Literaten,
voll Schmeicheleien, mörderisch,
im Geplänkel der Stehempfänge.
Ich denke anders. Mich soll keiner lesen,
für den die Erde noch nie
in einer Umarmung gebebt hat.

Das Glas,
das du auf den Tisch stellst, umgedreht,
bewahrt eine angehaltene, goldene Zeit.
Mir genügt das Leben, mich zu rechtfertigen.
Und wenn sie mich rufen, meine Taten zu erklären,
wird meine Stimme, selbst wenn mich nur
ein leerer Stuhl erwartet, fest sein.

Nicht, weil mir der Tod etwas verspricht, sondern
weil er mir nichts mehr nehmen kann.
...


and I remember a sad breeze through the olive trees
FGL



After
the tired hurry of the last trains
nothing returns. Only
your face remains on Broadway
and it is difficult, with so much solitude, to
close your eyes without doubting that you exist.

Absurd
this tongue of fire that split the horizon,
which extends indomitable over the hearts,
multiform and wounded,
that bursts and seems
the forced smile of a broken mask.

Alone
the city disguises itself in a shiver
and its eyes point you
aligned and blind
like a trail of teeth that is forgotten on the shoulders.

Then
alcohol is the blood that bares your lips,
because night comes,
because death comes on a bent arm
to leave you alone with your years.

Sad for the olive trees,
while Harlem is shutting its windows,
time is a breeze that nobody remembers anymore.
...

Lord companion, Lord of the night,

make his face come back
who did not want to look at me.

May his eyes look for me,
sustained and blue,
behind the bar.

Ask my name
and come slowly
to ask me for tobacco.

If you prefer to stay,
have everyone leave
and this bar be set aside
to leave us alone
with the slowest song.

If he decides to leave,
let the moon make
its light in our kiss
and let the streets know how to
leave us alone.

Comrade Lord, Lord of the night,

do not let the rooster crow
over the buildings,

let the day be delayed

and that your shadows last
the necessary time.

The time it takes to decide.
...

No obedece el futuro,
ni el pasado obedece,
ni siquiera los días
contables del presente.

Tampoco las palabras
escritas obedecen.
Son un destino al margen,
unas canciones débiles,

como las caracolas
tocadas de cipreses
que dejan en el viento
las verdades sin suerte.

No obedecen las cartas.
La escopeta obedece
el enigma que sufren
los relojes de nieve.

Porque el tiempo es un curso
sin corazón ni leyes
que olvida las historias
y jamás obedece.

Obedeció el disparo
del suicida en la frente.
Allí, junto a sus cosas,
le obedeció la muerte.
...

Con qué ferocidad y a qué hora importuna
salen tus veinte años de la fotografía
para exigirme cuentas.
En los ojos heridos por la luz
sostienes la mirada de mis sobras,
en el descaro de tus profecías
desdeñas la lealtad de mis recuerdos,
en la piel transparente
anegas el cansancio de mi piel
y defines mis años por traiciones.

No escandalices más,
hablemos si tú quieres,
elige tú las armas y el paisaje
de la conversación,
y espera a que se vayan
los invitados a la cena fría
de mis cuarenta años.
Por evaporaciones,
como las aguas sucias de los charcos
se acercan a las nubes,
caminaré contigo
hasta la plaza de tu juventud.
Allí están los magníficos
árboles de las ciencias y las letras
con sus palabras en el mes de mayo,
y el orden de los números
a la orilla del tiempo,
más cerca de las sumas que de las divisiones.

Imagino tu voz, supongo el aire
-porque a veces regresa hasta mis labios
en noches de espesura-
con el que afirmarás
que toda libertad es una roca,
que no faltan el viento y las razones,
sino la voluntad en el timón,
para gritar después que mi conciencia
es ya ropa tendida,
palabras puestas a secar.

Tendrás razón. No digo
ni la mitad de lo que siento.
Pero recuerda que mi soledad,
la que arde en mi lámpara de desaparecido,
es el silencio de las causas públicas.
Y puedes comprenderme:
mis mujeres dormidas,
el cajón de los barcos indefensos,
un teléfono antiguo...,
todas las tachaduras se parecen
a la inquietud que sufres
ante la vida en blanco.

Ya que fuerzas mis sombras con tu luz
comprende mi silencio en tus exclamaciones.
Porque sabes que sé
el lado frágil de la impertinencia,
lo que hay de imitación en tu seguridad,
la certeza que llega de los otros
para empujarte
por el afán de ser el elegido,
por el deseo de gustar,
hasta vivir de oídas en muchas ocasiones.

Aceptaré las quejas, si tú me reconoces
la legitimidad de la impostura.

Ahora que necesito
meditar lo que creo
en busca de un destino soportable,
me acerco a ti,
porque sabías meditar tus dudas.
Cuando tengas la edad que se avecina,
admitirás el tiempos de los encajadores,
la piel gastada y resistente,
el tono bajo de la voz
y el corazón cansado de elegir
sombras de pie o luz arrodillada.

Después de lo que he visto y lo que tú verás,
no es un mal resultado, te lo juro.
Baja conmigo al día,
ven hasta los paisajes verdaderos
en los que discutimos,
y me agradecerás
la difícil tarea de tu supervivencia.
...

A Jon Juaristi

Canciones que no pueden ser cantadas,
banderas que me manchan con su sangre las manos,
libros oscurecidos por el tiempo,
plazas que sólo existen en las fotografías.

Como el águila vivo
en un bosque incendiado.
El brillo de mis ojos es de llamas extrañas.
Me persiguen las ascuas de una luz enemiga.

Y vuelo, vuelo,
sin un lugar a salvo, sin poder detenerme.
...

Yo sé
que el tierno amor escoge sus ciudades
y cada pasión toma un domicilio,
un modo diferente de andar por los pasillos
o de apagar las luces.

Y sé
que hay un portal dormido en cada labio,
un ascensor sin números,
una escalera llena de pequeños paréntesis.

Dé que cada ilusión
tiene formas distintas
de inventar corazones o pronunciar los nombres
al coger el teléfono.
Sé que cada esperanza
busca siempre un camino
para tapar su sombra desnuda con las sábanas
cuando va a despertarse.

Y sé
que hay una fecha, un día, detrás de cada calle,
un rencor deseable,
un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo.

Yo sé
que el amor tiene letras diferentes
para escribir: me voy, para decir:
regreso de improviso. Cada tiempo de dudas
necesita un paisaje.
...

No es el cuchillo que por fin nos mata,
sino la espera fría de su hoja en la piel,
el tiempo sucio y duro,
los plazos del temor, porque la muerte
suele afilar sus armas
en el miedo cortante de la víctima.

No es el tener que irme,
ni es el amor vivido en dos ciudades,
sino la cuenta atrás de los últimos días,
la mala noche que pasea
su cuchillo de dudas en el pecho,
y después la mañana rencorosa,
el desilusionado rencor de los kilómetros
que me van separando una vez más,
por la M-30,
como la uña de la carne.
...

Casi nadie me llama por mi nombre,
vulgar y cotidiano como la rebeldía.

Prefieren otorgarme
la nobleza ridícula que yo mismo elegí,
el título de un pobre caballero,
de una triste ilusión,
y me recuerdan hoy
por el delirio de mis noches,
alunado, valiente
en la cabalgadura de los sueños
al confundir gigantes y molinos.

No les resulta fácil
convivir con el nombre de las cosas.
El dolor y el desvelo
convierten los rebaños en batallas,
las cuevas en enigmas
y la fealdad inhóspita en belleza.

Hermosa y respetable es la locura,
como la débil caridad del sueño,
hasta que descubrimos
las razones del Duque,
que invita al soñador y hace volar al loco
para fundar las normas de su corte,
las risas y los pleitos
que pudren corazones cortesanos.

Y ya no somos sombras,
sino cuerpos sin sombras,
ojos sin nadie
que viven en un reino de fantasmas
y han borrado las huellas de sus nombres
con un guante de plástico,
prendidos al vacío,
entre rosales pulcros y espinas bien cortadas,
como el jardín de un manicomio.
Madreselvas y lilas
alrededor de las preguntas
y de las soleadas canciones de los médicos.

Soy Alonso Quijano.
Yo recordé mi nombre en Barcelona,
después de ver el mar, de visitar la imprenta
y descubrir la farsa de mi vida
en la hospitalidad de los que hoy
repiten sin saberlo aquel destino
por el que me humillaban.

Fui derribado por mi propia burla,
cuando el azul del mundo,
en vez de gallardetes y clarines,
gastó la realidad de una palabra
para contar la arena
de los duelos perdidos
con los representantes de la luna.

Esta tare de junio y de San Juan,
en esta solitaria habitación de hotel
que nos buscó el azar de la poesía,
regreso a Barcelona,
a importunarte con mis confesiones,
porque sigues ahí,
en lugar de la ficción,
suspenso una vez más,
delante del papel,
con el bolígrafo apuntando al cielo,
la mano en la mejilla
y el codo en el bufete.

Porque resulta hermosa y respetable
la caridad del sueño,
se han celebrado mucho mis hazañas.
Pero si quieres verme,
más allá de los himnos de mi triste figura,
y saber cómo fui
en el paisaje oscuro de mi tiempo,
o cómo soy ahora
entre las libertades de tu siglo,
abre el balcón y asómate a las Ramblas.

Pasa la multitud, cumple la historia
de sus mercados y sus oficinas.
Hay hombres y mujeres
que cambian de argumento al detener un taxi,
besos que sólo con una frontera
para volver a un domicilio,
colecciones de barcos que se olvidan
en una mesa de café
y gentes consagradas a fundirse
bajo la luz ambigua
en la llanura de sus movimientos.
No montan el caballo de los héroes,
pero están convencidos
de su programación,
de sus constituciones y sus leyes,
igual que yo creí
en mis novelas de caballería.

El retablo del mundo
sustituye las noches
por la historia medida de las noches,
y la luz de los ojos por la sed de las cámaras,
y la piel por un hueco
que las manos dibujan en el aire.

Exígeles a la vida que te enseñe
a distinguir el mar del oleaje
que expulsa los desechos junto a las caracolas.

Al llegar a mi aldea
quise apretar el campo con los dedos
hasta sentir su araña
al lado de mi nombre,
la tarde que resiste en cada sílaba
dorada por la lluvia y el sol de la experiencia.

Volver será el oficio del amor,
incluso en un lugar impertinente.
Regresa tú también,
aprieta con tus manos el silencio
del último rencor
hasta sentir la caracola
que ha guardado la culpa y la inocencia
junto a la voz del mar,
esta canción añil
de los saludos y el adiós
que todavía compartimos.

Y que tu soledad camine por la casa,
vuelva de cuarto en cuarto
dejándose las luces encendidas,
por si alguien las ve,
y no quiere apagarlas,
y pregunta la historia que han escrito en su rostro,
las huellas de su nombre
vulgar y cotidiano como la rebeldía.

Como la rebeldía de la gente
que se atreve a vivir
fuera de las haciendas encantadas.
...

The Best Poem Of LUIS GARCÍA MONTERO

Figura sin paisaje

He vendido mi alma dos veces al diablo,
por monedas de niebla y curso clandestino
en países que nadie se ha atrevido a fundar.

Un realista que vive el mundo de los sueños,
un soñador que quiere vivir la realidad.

Mal destino es el tuyo.
Así te va.

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