ya muy antaño, cuando era sereno
el río, no podrido y moreno
y te llegaba hasta el cinto el heno
y el cielo era azul alrededor
y el verde un color deslumbrador
y hallabas en tu porche al Señor
cuando te despertaba alegre el alba
y el sol te sonreía y saludaba
pidiendo tu cariño y tu palabra
y tarde al acostarte advertías
como la luna en olmos se hundía
soñando en elixir te envolvías
ya muy antaño cuando el camino
no era fétido y hoyoso y cetrino
sino suave y blanco y ondeado
de un sinfín a otro estirado
era con padre y madre construída
cualquier família y de por vida
y de árboles la sierra iba vestida
y nieblas ascendían por las veras
y un trino daba flechas hechiceras
ya muy antaño, cuando niño eras
Eugen Dorcescu
(Traducido por Paul Abucean)
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