Si has de ir por abrojos errante, tropezando;
bien, que sean más dulces tus siguientes pasos
Deja que el lodo te manche los pies, que no mata
Riega en el suelo tu sangre tal vez, pero canta.
Vive tu dolor y su extensión en hora fiera,
Pero no abandones tu pasión sobre las piedras...
Si has de repartirte en un millón de manos,
Entre alegres y tristes, entre dulces y amargos,
Que todos se lleven algo de ti y que crezcan
Deja brillantes jirones de piel dondequiera
Vive el arrebato, el desvelo, lo que venga,
Pero nunca dejes tu albedrío en mano ajena:
¡Que tu corazón siempre esté libre de cadenas!
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