Desintegrado en pedazos
tan numerosos como las estrellas en el cielo,
ninguno más grande que los granos de arena
que yacen esparcidos a lo largo de la desolada playa.
Arrastrado por olas de dolor,
tragado por el profundo océano;
en su fondo, ahogado en la melancolía,
sin poder emerger - olvidado.
Deteriorado en el suspenso de mi trance,
y entre el infinito y la eternidad, abarca mi soledad.
El pasado rodea el futuro como un buitre;
el presente, ausente y fuera de mi alcance.
La noche me acecha sobre una cama de clavos,
en el techo se aferra el sueño que no logro alcanzar;
debajo de la almohada se encuentran asfixiados:
alma, cuerpo y mente - mi corazón: destrozado.
La aflicción oprime mi esencia,
y entre más sufrimimiento me inflige,
despiadada me mira, y más me exige.
La paciencia agotada,
en vano la búsqueda por alguien a quien le pueda suplicar.
Siento la palpitación de mi vida al cesar;
ya solo queda un paso más para llegar al precipicio,
y a su orilla en mi efímero indulto poder contemplar:
el salto mortal que finalmente termine mi desquicio.
Perplejidad, el abandono definitivo del creado
por el eternamente engendrado.
Atrapado en un mundo donde la verdad y la mentira,
la realidad y la ilusión se confunden, y mi cordura delira,
donde el cadáver de la esperanza
quedó sepultado en un podrido rincón;
...pero ni aunque las llamas del propio infierno
de mis piernas encadenadas me arrastren muerto
y mis despojos entierren en el huerto de la perdición:
¡jamás y nunca me rendiré!
This poem has not been translated into any other language yet.
I would like to translate this poem