El agua de las fuentes
es la misma,
como el recuerdo tragicómico
de godos y piratas.
Todo derecho y deber
es transitorio desde entonces,
son tantas las cartas magnas
que ninguna trasciende,
el rey Juan de Inglaterra
no dejó descendencia
en la cruz de estas tierras.
A veces,
al fondo de los años,
como un claro en la selva
o un túnel en lo alto,
se vislumbra un destello
y por instantes
parece la entrada
o la salida
de un paisaje de Rousseau,
pero no,
son faros engañosos
de la pedestre comedia
de tristes Maquiavelos iletrados
que nos amenazan
con el discurso de bufones locos
o un ticket para el más allá.
Un trago de sol,
una cena con lentejuelas,
la playa,
la mujer en sus caderas,
liberenme de estas visiones
que como redes verdaderas
no me dejan vivir
ni me cubren los ojos.
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