Se reúnen los amigos viejos,
es difícil que comenten
o se alegren con lo actual.
El tiempo muerto
como una lluvia turbia
cae sobre lo que vivieron
o alguna vez soñaron
y arrastra sus recuerdos
hacia un río inmóvil.
Sus amores se fueron
al desván de sus vidas,
son las flores ardientes
que de tanto mostrarlas
se apagaron.
Ya no pueden soñar
o tener pesadillas
con la vida real,
están jugando
una embriaguez de niños,
quieren olvidar
sus papeles de Yago
y sus genuflexiones
hacia lo alto de la pirámide.
Se reunen anclados
al merecido destierro
de seguir vivos.
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