En el bosque todos anhelan redención, ansiando escapar de sus sombras, anhelan elevarse y hallar la dicha, renacer en un reino donde la noche no sea perpetua.
Aunque buscan el logro, sus corazones aman al causante de heridas, rinden tributo ciego a un ser apenas distinto del villano común, anhelando que su esencia resplandezca en el reino de almas ingenuas, que creen sin dudar en las primeras visiones.
Cada vez que ella fulgura, ninguna fuerza prevalece, brilla sin control propio, su resplandor impresiona a la muerte y la desafía, un brillo que infunde temor, las almas potentes la subyugan, mas ella domina a las frágiles.
Sintió amor, terror y desesperanza, anhelo y rencor al no mejorar. No buscó brillar, una maldición impuesta por extrañas manos para dominio aparente.
Todos elogian su luz, mas ignoran el dolor al mirarla directo.
Desea volar lejos, pero sus huellas la atan, calaveras sembradas impiden su vuelo. Su juventud atestigua muertes bajo su cetro, todos codician, mas ella no concede. Su alma lo niega, y por amor de superiores, entierra a los incapaces de cumbre.
Ella sufre, mas abraza el tormento, en él la ven, la admiran, enceguecidos por su brillo, evaporados por su voz.
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