Donde dos corazones laten al mismo pulso
donde el alma desnuda el ojo,
y la niebla de los alientos choca,
escalaré la bruma de tu columna vertebral,
decadente, gélida y mía.
Exploraré las altitudes de tu cuello
mientras tus susurros esperan,
cantando una canción tentadora,
como el hechizo de una sirena,
Nado, habito y me ahogo en el éxtasis de tu pelo.
¿Reventaría el ámbito del anhelo?
como un viajero diligente me extiendo
a la vista de la magnolia escarlata,
el más dulce indicio del néctar
en que se convierte la miel.
Nuestra sinfonía que el abismo abarcó
sólo nuestra debe permanecer
el trazado de mi amor en tus labios,
que atesoro mientras permanece,
hasta mi último aliento
y al polvo, todas las cosas deben ir.
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