Hacia el país de lo desconocido avanzo,
lento pasajero de las sombras.
Un cielo exiguo y bruno
alimenta mi inquietud con su cauda de lluvias metálicas
con sus descendimientos mágicos.
Soy el ciego viajero del corazón lunar.
Aquel que sube y luego cae,
el que se precipita tras el viento
como si fuera su destino.
Una ventana abierta a la noche
es mi alma sobre el abismo de la muerte.
El vértigo se llena de estrellas,
mi vacío, de palabras.
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