II Poem by Santiago Mutis Durán

II

Te vi en la noche niño a la puerta
de tu casa
con el pecho oscuro, quieto
volviendo extraña la vida, ajena
La luna brillando sobre los platanales
el pueblo silencioso la casa silenciosa
las aguas silenciosas las estrellas silenciosas las calles
blancas . . . brillando como tu respiración
de luciérnagas
ahogándote
El asma rodeándote el cuello
como un collar de luminosas larvas
La casa la aldea la luna la madre el alma
todos solos soñando
bajo las constelaciones silenciosas
como la suave enfermedad lenta cruzando la noche
eterna. Aferrado a la mecedora
del Don tu padre
esperando
como la sangre de los santos
los pájaros que traerán la mañana
Para muchos, eras
una pedrada en los dientes
una bestia
una pobre bestia
lastimada
que sentía el triturar de las ruedas del molino
que mueven también al mundo
y al Cielo
con sus alas de hambre y fuego
tan parecidas a ti

Eras inmoral
como un niño
corrupto
que espera recompensas
y dispersa la luz
sin oír ni ver
tan sólo imponiendo

Parecías saber adónde ibas
Conociendo tu final recordarte eriza la piel
No hay ningún lugar
nadie nos espera
al otro lado de la lluvia
¿De qué estabas tan seguro?
Sólo escucho clamores:

Llévenme donde mis enemigos, los siervos
confúndanme con su sangre ciega
- tan dignos del cielo -
Que se pudran en salsa de manzana

Para ellos tu mejor desprecio
el más altivo
el más puro

Muchas cosas en ti eran ridículas
Al demonio con las explicaciones

Dominante, orgulloso
como un dios
ebrio
de miserable carne
tampoco creías en nada

que no fuera de comer

Cuando la sangre
era un manto
de estrellas
nunca te vi de rodillas
beber agua pura

Un niño genial
obeso
exigente
febril ante las campanillas luminosas
de la enfermedad
la del mundo y la propia
gozoso de hundirse

Te iluminaba una corona ardiente

desdentado
como un ángel
en el lodo

Dijiste que era puro cuento
lo del Paraíso
pero hay algo
acechando
entre los pliegues del deseo

Tenías, como todos, un ángel sin nombre
que mueve la sangre
un pedazo de sol de luna de algo
un enjambre
que brilla como estrellas
sobre el hombro profundo
de nuestra sombra

Te aprovechabas
No siempre - nunca
respetaste al dios que hay en cada puerta
Forzaste cerraduras
. . . y lo celebrabas

Una noche
bajo un árbol de flores
iluminadas
te vi flotar entre destellos
y perder la razón
al límite de las cadmias
tan blancas tan lentas tan azules
pequeñas diademas de hadas
que pisabas gozoso
Y las flores
celosas, vengativas
te raptaron
por haber cruzado el umbral
- sería estúpido no creer o burlarse del hechizo -
te bebiste confiado la flor del borrachero
entre capullos - glotón
y ella, déspota
te envenenó las entrañas
y te perdió en el paraíso, en el que no creías
De todos modos
no tenías corazón
su sombra era lo peor
y lo mejor de ti

Alguien te llevó de la mano
- ese amanecer
hasta la Muerte
¿Tu propia, tu primera, única piedad?
Otra borrachera más
de lucidez
¿La buscaste?
¿Te encontró ella?
Le llevabas cascabeles
enamorado, obediente
La viste fugaz, más oscura que nunca
en plena cara
y le diste lo último que te quedaba

Te crucificaron - una vez más
en el "bazar de la poesía colombiana"
Un académico te dio la estocada en la nuca:
"poeta maldito
de la clase media
intelectual"
Ya se le secará la lengua

No amaste la llama que devora al hombre
deseaste su cuerpo
para quemarte

Tenías una sombra como una flor
Todo a tu alrededor fracasaba
en un charco de llamas

Te hundiste en el prestigio de la noche
Sufriste
como cualquiera
No eras inocente, quisiste ser algo más
terrible: tú mismo
Encadenado a la libertad
encandilado por una gran impudicia
la muerte te hizo suyo
Y ya muerto, ya vencido, con la lengua
y las piernas rotas
tarareaste canciones obscenas
cancioncillas oscuras
Nunca aceptaste
la sombra de sangre y sacramento
que sostiene la vida

aferrado al tetero blanco de la enfermedad

No entendiste nada de nada
salvo lo peor de ti mismo
y te fuiste

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