Hoy te miro…
estabas allí con tu belleza fría
indiferente, despectiva, altiva,
marmórea estatua de perfil pulido,
¿por qué siempre te asomas a mis sueños
cubierta sólo de ondulante velo?
Con la cadencia de tus formas azulosas
cual si fueras un mortal acero
que aprovechando la penumbra del entorno
a abrir mi pecho te encaminas sigilosa
arrebatando así mi corazón dolido.
Ya no puedo soportar esta agonía
que me depara el haberte conocido,
mujer… ¿conoces la piedad?
¡Detente ¡
Concédeme al menos un ultimo suspiro.
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