John F. Bisner Ureña. Poems

El aroma de una brisa primaveral encarcela y desnuda mi corazón, el cual, palpita fuertemente, en el salpicar del agua que con gracia natural juega tocando notas de dulzura y amor a mis oídos. Te siento con la fuerza del viento que acaricia cada poro de mi piel, humectándola con el deseo sublime del amor, mis pensamientos son tan reales, entre más te sueño y deseo, más te siento a mi lado, como luna iluminando mi oscura soledad.

Mis lágrimas corren hasta lo más profundo de mi alma, suplicando para que no pare la lluvia que canta tu nombre. Eres armonía en los momentos de abismo, ahí caigo, en las redes del recuerdo, tendido a tus pies, manso como las gotas que corren y brincan de hoja en hoja con la magia natural de la caricia que enciende cualquier rama en pasión desbordante, como agua turbulenta de amor en una hoguera.
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Despertar a tu lado y verte sonreír todos los días, fijar la mirada en tus ojos miel, dulce pan de mi vida, sin dejar de pensar en ti un solo momento. Robarte un beso cuando menos lo esperas y caminar tomados de la mano por el parque, observando las estrellas, abrazados en la penumbra del universo, en donde la aurora ilumina nuestras vidas con su magia natural.

Sentir el pálpito de tu corazón y suspirar cada vez que te miro del mismo modo que te extraño aun cuando estás ahí, a mi lado.
Amarte es, buscar un pretexto para verte, escuchar tu voz, cuando te llamo para decirte buenos días, sentir que el tiempo vuela y se suspende con tu presencia, cuando estamos juntos, o escribo tu nombre en cada partícula de mí.
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Siempre estás ahí, a mi lado, anclada en mi vida, como barco en muelle, pegada en mi mente, en mi corazón, como suspiro agonizante. Me descubro pensando en ti en las mañanas de lluvia y en mis vacíos momentos, sonriendo por nada, esperando verte y no llorar por tu ausencia.

Nunca espero nada y aun así, deseo todo, el sentir de mi corazón es incomprensible, no entiendo nada en lo absoluto. No alcanzo a descifrar lo que mi alma dicta, y siente cuando no estás, y a la vez me desespero por sentirte, aunque después tenga que marcharme, alejarme, porque así lo escribió la vida.
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Me duermo pensando en ti, medito con el sonido de la brisa y no encuentro tu presencia, cierro mis ojos y vuelo por el camino de la vida, solo veo penumbras. Revoloteo más alto y me transporto a un abismo, donde abro mis alas, no te encuentro en la corriente, del aire que respiro. Sale el sol y sus rayos arrastran el aroma de tu piel, sale la luna plena, mágica, liberando tu imagen, inigualable, ante mi cuerpo que clama ser amado y, a gritos, desea subir por las nubes hacia el profundo azul, como águila con sus alas extendidas.

Quiero verte. Olerte. Abrazarte. No deseo seguir soñando, y despertar sin ti, juntos todo es distinto, mi grito de tristeza rompe el silencio de tu ausencia. La obscuridad se ilumina, las puertas se abren y las ventanas aplauden tu mirada de par en par, mientras se juntan entre pluma y pluma para que las barreras nunca nos detengan en nuestra holgura de amor.
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Sos mi amor prohibido, el que elegí, sólo tú y yo sabemos lo que ignoran los demás, al intercambiarnos un saludo serio, frío. Quién sospecharía que es falso tu desvío, nadie comprende cuánto amor esconde mi gesto.

Sólo tú y yo sabemos el secreto, y el porqué de nuestras mentiras, sí, nuestros labios relatan la historia de un fugaz amorío, tú apenas me escuchas, yo ni te sonrío, solo te miro. Y aún en ese vació nos arde en el corazón y en el alma la sed de amor y los besos, que nos dimos.
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En medio de la nada, entre vientos y mareas te escucho, estás ahí, en la obscuridad que abraza mi soledad, tu silueta perfecta, sedosa como un tul de diosas, humecta mis sentidos mientras navegas libre por mis pensamientos.

Tan lejos, solo puedo soñarte, eres mi joya excitante, mi amada, la que desborda pasiones como caudales de invierno.
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Más allá de la muerte hay otra vida, y en ella encontraré mi libertad, no es una realidad lejana de todo lo comprendido, pues no comprendo nada, que importa el lugar, si es real o no, a tres metros sobre el cielo ya no tiene sentido, es otra dimensión.

Pretendo transcender a una vida mejor, donde no existan las mentiras, el egoísmo y el odio, lejos de toda verdad, o dolor. La oscuridad me acaricia, quiere llevarme ahí, a tu lado.
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Corre la brisa que toca a mí ventana, las gotas de agua se deslizan, entre las hojas y las flores del jardín, los capullos se apapachan y dejan libre al ser que hay dentro de ti. Abres tu seda frágil, como alas de un cristal divino que de puntillas revolotea en la gracia de la vida.

Abro mis ojos maravillado, ante tanta ternura, mezclas los colores, como modista enamorado, por encima de las notas de armonía danza feliz, en regocijo y ensueño. Con el lenguaje del cuerpo y tu simpatía, expresas grandes sentimientos, ven y abrázame con tus alas, quiero sentirte, elevarme en vuelo vertical, para perderme en tus colores, mientras suspiro y respiro el aroma de las flores.
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No sé porque la brisa corre tan a prisa,
ni porque la danza de los árboles brinca
de sombra en sombra,
las hojas verdes aplauden fuerte,
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