Han vuelto otra vez los días de la Colonia:
figuras martirizadas abandonadas a la penumbra
a las interminables galerías sin tiempo
a la atmósfera enrarecida de los templos
Tensos rayos de luz descienden como saetas
como coros como presagios
de que todo y nada son lo mismo
y el hombre - la carne el cuerpo -
sufre
crucificado a semejante mentira
Algo nos ama y nos destruye
el mundo sin paisajes sin lágrimas;
sólo gestos cautiverio suplicios
éxtasis simulacros infierno
vacío . . .
Una caricia
nos desnuda
nos desfigura
maldita
como una flor oscura
tierna
que nos desea y repudia.
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