El árbol de la iniquidad
Creció en medio del Jardín de Las Delicias,
Pero nadie lo quiere ver.
Alcanza a rasgar las nubes
Y es más alto que La Torre de Babel.
De sus ramas desgreñadas cuelgan cabezas de niños,
Manos negras, blancas y amarillas,
Matrices de mujeres olvidadas y corazones secos,
Todos ellos ocultos con engañosa publicidad.
El árbol huele a rincón obscuro, a callejón oxidado,
A droga de estercolero,
Pero el hedor de su sombra
Es cubierto con perfumes y máscaras de glamour.
Los dueños del jardín
Explotan este árbol a plena luz del día;
Y sus ramas las venden
Como palos de sándalo o imitación de marfil.
El dolor de su follaje
Recibe la bendición y el cuidado de guardianes
Temerosos que un derrumbe o el incendio de sus hojas
Destruya los dominios de sus vidas bucólicas.
El árbol de la iniquidad
Es acaso El del Conocimiento del Bien y del Mal
Que no podemos tocarlo ni cambiar su terca maldad?
Limpiemos ya sus raíces, purifiquemos su savia,
Para El Arbol de la Vida que nos hará renacer.
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