Júpiter devoró a sus hijos.
El Cid sufrió los tormentos de sus hijas.
El rey Lear amó por error a corazones ciegos.
Cuanta sombra engendra la antigua clonación.
Cumplida la tarea
nadie recuerda
a fundadores o alter egos,
como si el tiempo fuera
una sutil tempestad de arena
que todo lo difumina:
entonces Adán
es quien recibe en verdad
el golpe de quijada de Caín.
-Abel está a salvo,
nunca tuvo hijos-.
Efectuada la ofrenda
en el altar biológico,
dioses, guerreros y reyes
se quedan solos.
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