Noche profunda. Estrellas bailotean por la grama.
Las sendas retroceden en el bosque y en las cuevas.
El guarda forestal está callado.
Cual urnas, buhos cenicientos pósanse sobre abetos.
En honda lobreguez y sin testigos,
van aquietándose pájaros, sangre, tierra.
Aventuras de siempre y de nunca.
Un alma se obstina perdurar en las brisas,
sin hoy
ni ayer.
Con rumores enmudecidos, se alzan por los árboles
siglos ardorosos.
En el sueño, mi sangre es oleada
en reflujo
hacia atrás,
hacia los abuelos.
(1929)
(Traducido por Paul Abucean)
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