PAISAJE INTERIOR Poem by Fernando Denis

PAISAJE INTERIOR

Para Fernando Duque
Envejecido en los cuarteles de la memoria,
En los infiernos de Piranesi,
Medito sobre los colores que encienden
Las claraboyas y las ventanas.
Después de visitar ese inmenso palacio oscuro,
El sueño,
Despierto en este idioma que ha olvidado mi nombre,
Siento el olor de las cenizas del alba,
Pienso en mis nietos jugando en la llanura
Cuando el tren pasa con herrumbrosa música
En los rieles.
A esta hora los colores sueñan que ya son colores,
A esta hora al dios de los colores le duele el alma.
Miro al cielo que petrifica un malvado azul
Y un gris de portentosas crines, de ojos
Luminosos en las nubes oscuras.
Sé que moriré pronto y a mis pupilas vendrán
Esos óleos, esos frescos puros donde está el amor
Que conocí en América,
Y a mis espaldas un paisaje que ya no conozco.
El frío relámpago en estas paredes húmedas
Dibuja sombras de alacranes, sombras inauditas.
Levanto el peso de este extraño
Cuerpo manchado de sangre
Para subir los peldaños de hierro y bajarlos otra vez
Hasta que cansado intento quedarme dormido.
Vuelvo a abrir los ojos mortales,
Y de nuevo el incrédulo firmamento de oro
Se magnifica bajo mis párpados.
Mis pasos huellan colores en la escalera oblicua,
Colores invisibles golpean el vacío del tiempo
Y enloquecen al hombre atado con cadenas.
El infortunado, el torturado para siempre
(Un viejo shakesperiano, un Lear desvanecido),
En cuanto siente mis pasos en el hierro de la escalera
De la escalera, grita con desbocado furor,
Profiere injurias
Se estremece como un animal herido.
Tiene vértigos. Arde en furias y lágrimas.
Bajo la sucia luz de las claraboyas sus cadenas
Despiden esplendores.
Hay días en que el dramaturgo se muestra inconsciente,
Y en la aurora sin pájaros
Pronuncia entre susurros el nombre de una mujer
'Ofelia', dice, 'Ofelia'.
Luego permanece rígido. Parece una estatua de piedra.
Y su recio cuerpo de piedra transpira el sudor
Pesado de las cadenas.
A veces empieza a silbar una antigua melodía del Caribe,
Un agudo silbido que al ocaso repetía
El demonio cuando azotaba el mar con cadenas.
Ya no soporto esa melodía en mis oídos;
Ese extraño sonido de sus labios sangrientos me horroriza.
Con cólera, con desprecio subo y bajo la escalera,
Dejo que mis zapatos golpeen el metal
pero el esfuerzo es inútil.
El horrible silbido persiste.
Debo correr por pasillos oscuros que no van
A ninguna parte, atravieso puertas de colores,
Me desespero por puentes de cuerdas que se rompen,
Puentes que van a galerías donde antiguas voces
Leen libros antiguos,
Puentes desde donde veo los ciegos leones de mármol.
A veces me arrojo al pozo de los espejos
Donde encuentro el dolor de una imagen.
¡Oh dios de los laberintos de la mente!
Ven y borra los espejos las lágrimas crueles.
¿Cuándo serán borradas de mi alma las mazmorras,
Los sórdidos pasadizos de niebla?
¿Cuándo podré definir el paisaje que vi por primera vez?
¿Cuándo seré libre de este infierno de colores?
A esta hora ya me arden los pies, las entrañas me duelen,
Me espanta el horror que mis pinceles han creado

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