A Baldomero Sanín Cano
¿Es ésta entonces la ávida vida abierta
a todos los insólitos vientos del Azar,
a todos los sólitos vientos
pregustados?
¿Es ésta?
¿Y aquí pensé encallar?
¿Aquí pensé afincar el ancla?
¿y, por siempre fijar
la vagabunda nao?
- Para, con la ánima despierta,
y en el tufo salino y en los vientos insólitos,
desaforados, turbulentos,
(con el sutil oído, con la aguda nariz - unánimes acólitos -)
captar, captar, captar
la ciencia del fugado mar?
¿Es ésta, es ésta,
ánima mía,
corazón mío, espíritu mío, - sitibundos -
corazón mío, espíritu mío - errantes -,
frenéticos, vagabundos,
vaga mundos,
desalados,
¿es ésta
es ésta entonces la ávida vida, soberana
de toda la cosa terrena y de la sideral y de lo que ideó
el ensueño?
La ávida vida abierta como los fijos ojos
horadantes y como los oídos - caracoles profundos -
y el pensieroso ceño,
y la frente, - campana:
y la frente - campana - para albergar los aladíneos despojos
de las piraterías y los asaltos inverecundos:
los sables de abordaje - azules - de sangre rojos;
los labios - rojos - azules de mares y de mundos;
los dedos enjoyados de acariciar la hembra (en cuyos lientos,
madorosos, musgosos refugios perfumados
descubrieran maravillosos Eldorados
y de abenuz y múrice deleitables portentos . . . )
Es ésta, es ésta
ánima mía sitibunda,
corazón mío, espíritu mío - ardientes,
insaturables, inextinguibles, indómitos, eternos, insurgentes
¿es ésta entonces la ávida vida soberana,
y soberana de toda la cosa terrenal y sideral, o que soñó - cogitabunda -
la grávida campana
pletórica de fantasías indehiscentes?
La ávida vida abierta como los horadantes
fijos ojos insomnes y vigías
y los oídos, caracoles,
y la frente, campana:
y la boca, que al mar hurtó salobre aliento;
y la melena, ansia de fugas a los vientos errantes;
y el espíritu, al mar y al viento y a los soles
de oro y a las noches de terciopelo endrino,
- la libertad, la música recóndita y el encanto marino:
¡Oh cazador de efímeros arreboles!
Oh cazador de efímeros arreboles,
de bocas y de ensueños que el deseo satura
de nó sabido hechizo!
Oh cazador de arreboles efímeros
de espíritus y sexos que el deseo enaltece
- transitorio - y que abaja el hastío;
oh cazador de nubes, navegador de nubes,
cabalgador de sombras, propugnador de olvido,
domeñador de vientos!
Oh cazador de arreboles efímeros,
argonauta en océanos de sones,
y en piélago de ritmos
argonauta, y en noches de pasión y de perfumes . . .
sexuales . . . !
¡oh noches de terciopelo endrino . . . !
¿Es ésta entonces la ávida vida abierta
y a todos los milagros y a todos los portentos
y maravillas?
¿y a toda la cotidiana cosecha pregustada?
¿o a lo que sembró el Azar?
¿o a todos los prodigios y a todos los mirajes
embaidores, y espejismos aladinescos, y señuelos,
e indehiscentes fantasías?
¿Es ésta, es ésta,
ánima mía,
corazón mío, espíritu mío - ¡jamás, jamás saciados! -,
corazón mío, espíritu mío - ¡satisfechos nunca! -
es ésta entonces la ávida vida de mis sueños,
la ávida vida soberana
de toda la cosa terrenal y sideral
o que ideó mi cogitar?
¿Es ésta?
¿Es ésta?
¿Y aquí pensé encallar?
Zuyaxiwevo, febrero 1931.
Var. Agosto-Octubre 1931. Netupiromba.
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