UN HÉROE DE J. L. BORGES LOGRÓ ESCENIFICAR LA VIDA
Cada niño muerto abre un agujero en los escenarios de la vida.
Por allí caen las pertenencias del Paraíso:
decorados rotos, espadas de cartón,
trajes de ángeles desempleados.
Las almas de los niños las recogen
las llevan puestas y son perseguidas
en las superficies de las lágrimas maternas.
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