Tarde en ruinas desde la que canto,
esperando la hora que me busca, mi hora.
Con menos ambición que nostalgia se alza la voz
y su música es al alma seca
igual que un bálsamo casero.
Sin haber encontrado el sentido a la felicidad
bajo la tarde canto,
— perdida ya la fe en ciertas palabras —
para los pobres de espíritu,
para los que no tienen más remedio,
para los que buscan a Dios con glotonería.
Dando tumbos entre la soledad y el alba
desde mis cuarteadas almenas levanto la voz.
Pero a veces quedo en silencio,
— perdida ya la fe en ciertos asuntos —
y escucho al viento cabalgar sobre los tamarindos.
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