Nuestros hijos son más preciosos que el oro
Deja de matarlos, déjalos envejecer
No atrapáis y enredáoslos en el sistema
Deje que crezcan fuertes como el tallo
Del pino, como la palmera alta
La vida es preciosa, el amor no tiene precio y es gratis
La muerte no es barata; Seguir las órdenes divinas
Amamos a nosotros mismos, vecinos y otros.
Deja de matar a nuestros hijos; Son demasiado jóvenes para morir
En guerras de turf y de pandillas, en guerras extrañas e innecesarias
Deja de destruirnos en las esquinas de las calles, y bares locales
Nuestros padres están cansados y hartos; Ya no pueden llorar
El dolor es insoportable y atroz. Las lágrimas están congeladas
Y las cicatrices son permanentes. Vamos a pasar a una nueva temporada
De Paz, amor y armonía
De fraternidad, unidad y prosperidad.