MADREHOSPICIO Poem by ALEJANDRO TARRAB

MADREHOSPICIO

Entre mi Madre y el hospicio mi Madre,
el útero de la canal donde escapé y ya no escapo.
Porque hay miel en la leche, cuerpo de leche.

Entre el viento tal y el cielo agrisado mi Madre,
centro en clavadura, deshuesadero
en donde alguien, nombrado Tamayo así sea,
construyó con un brazo la Escultórica, ¡sh!,
quedé muy impresionado.

Un espacio de piedra y de silencio
que antes fuera chatarra. ¿Entiendes? Donde
estuvieron,
alguna vez, las partes mal enclavadas de los Pacers,
molduras de sable Saabs, metal de choque,
hay un espacio de piedra shh.

Ahí voy lento a mirar mis cuadernos. Prusia,
hojas sueltas de colores, transcripciones, duplicaciones,
calcas donde hoy se lee:
ChrisstoSaabs Kanal, dejaré de huir.

A veces me acallan las figuras del orden,
pero casi siempre estoy en sosiego. ¿Entiendes?,
¿escuchas

el agua, el río lento de la canal? Madre Tamayo así sea,
por donde alguna vez quise huir, hoy me quedo.

Me llamo Raúl Pérez Fanti.
Mi abuela se apellidaba Franco, un nombre,
un grito sin salida, un nombre,
Akan Fante, elefantiasis, árbol de guerra.

Cuando mi Madrehospicio así sea paró de huir,
¡sh!, mi abuela hizo las aguas.
Y se llenaron vasos de enfermedad,
en la inquietante paz, quedé muy impresionado.

Pero mi Madrehospicio así sea.
Pero mi Madrehospicio me dio algo breve al oído:
Gris, que es el héroe que no importa, abraza a Blanco e
intenta derribarlo. Blanco,
que es el héroe que importa, por su moldura, por su antifaz de
lidia que es su cara,
¿entiendes?, empuja hacia arriba, con la palma izquierda.
El codo de Gris gira hacia la derecha para deshacerse del
agarre.
Con los pies descalzos, Blanco, que es el héroe que importa,
por su moldura, por su antifaz que es una prótesis y es su cara,
¿entiendes?, lo lleva hacia el arrastre.

Así mi Madre Tamayo así sea me negó el calostro,
pero, a cambio, me dio esto al oído, ¡sh! También la leche
de las caballas, que es una leche dulcísima. Porque hay miel en la leche, río de leche al pie, donde leo mis cuadernos.

Para entonces, mi abuela, y no mi tía, dirigía un hotel en
las afueras.
Quedé muy impresionado. En ese hotel de paso
mi abuela hizo la aguas, ¡sh!, y se llenaron vasos de
enfermedad.
Pero mi Madrehospicio, Madre Tamayo así sea,
me mostró el metal que trabaja. El metal con que después
los chinos
tornaron a los héroes: control de mando, ¡sh!, pantallas
del tamaño de una billetera
conectadas en corriente con la Central y la Central con
el Procurador.

Todo esto antes de las gigantas, de los supercuadriláteros,
antes de Aarón y Kato, el negro Tamayo. Esto es,
antes de la Escultórica y la chatarra, de la elipse formada
por los Pacers.
Cuando las potras caballas pastaban desde antes
el abismo
y el hombre las miraba desde lejos, sosegado,
mientras bañaba sus pies descalzos en el río de la canal,
que así sea lleva una leche dulcísima, Madrehospicio,
Pesado amor.

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