PAÍS SIN MARAVILLAS Poem by Washington Cucurto

PAÍS SIN MARAVILLAS

Esta mañana me desperté triste.
Este país no podrá dar maravillas.
Es imposible que de este País Loco crezca
un poquito ¿un rinconcito verde? de Maravillas.
Este país es mas triste que una mujer pidiendo azúcar.
Esta mañana me desperté muy deprimido.
Y tengo 35 motivos.
Alguien debe tener la culpa de las bombas
que le pusieron a este País sin Maravillas.
Sin lectores de poesía son invisibles estas bombas,
no producen ruido y no generan pánico.
Son las bombas perfectas que matan sin ruido.
Son las bombas modernas que inventó el hombre,
matan como si cayera una hoja.
Pero no es una hoja en el bosque lo que cae,
cae una bomba en las ciudades todos los días
a cada hora y la gente cree que está llegando el invierno.
Por qué les pondrán tantas bombas a este País sin Maravillas
y a tantos otros países como éste, sin Maravillas.
Es que ellos están maravillados viendo como
estallan sus bombas encima de nuestras casas, sobre
la cabeza de nuestros hijos, sobre nuestras camas
y mesas y vuelven en fósforos nuestras sillas.
Y qué le pasará a la gente de este País que no
responde, la gente de este país vive en las ruinas
de las bombas y no responden ni intentan
levantarse tristes por lo menos, como yo,
esta mañana de enero?
Vos salís a la calle y nadie oye las bombas
ni ve los niños mutilados envueltos en el aura
de su propio dolor, yo no sé si nadie los ve
o los escucha o no quieren ver ú oír.
Estas son las bombas mas modernas que inventó
la humanidad bombas para no oír ni escuchar nada.
Bombas para destruír todo lo que hay con la mayor
cordura y diplomacia posible.
Bombas pacíficas que queman mutilan arrancan de
cuajo los troncos de los árboles y convierten
las mariposas de una edénica patagónica de sueños en monstruos salvajes.
Ellos inventaron sus silenciosas y pacíficas
bombas que día a día nos mandan con sus lanzamisiles
y nadie escucha ni ve ni siente nada.
Este es el País Loco donde ninguna Maravilla
es posible ni un verde, ni un rojo de beso,
ni una corretina de niños por el campo, este
es el país de las destrucciones totales,
de la catástrofe abarcadora de todo lo posible.
Yo salgo a la calle y grito:
¡oyé tú! ¡oyé tú! ¡oye tú! ¡oye tú dominicana!
Pero nadie oye ni ve ni siente nada,
voy por las calles y los bares y todos
los lugares de encuentro mostrando a un niño
mutilado y ellos no lo ven, no lo ven.
¿No ven a este niño que traigo de la mano?,
les digo a unos simpáticos bebedores de cerveza
de un bar del centro de la ciudad.
¿Dónde, dónde?, dicen y siguen drinkeando.
El mundo es una callecita de beerinelas.
Prefiero pensar que nadie escucha nada
porque es un país bombardeado y el ruido
de las bombas no los deja pensar.

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