La nube del tiempo cubre el horizonte,
llego al fin sin pupilas: soy el condenado Edipo
y quiero refugiarme con los monjes ateos
que no tienen historia y viven en el arroyo.
Crucé en segundos territorios sexuales
como pequeños logos ocultos por los dioses,
y así colgado a los días
a semejanza de una línea de montaje
que termina el producto donde acaba la vida
escucho silencio y veo en blanco los colores.
Me cubrirá el polvo de las hojas que escribo,
mis recuerdos como frutos sin tiempo
volverán por fin al árbol del olvido
cuando cruce el umbral.
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