Después de años,
decepciones,
golpes y heridas,
aprendí a ser yo,
a tener fe en mí
aun cuando mi barca
en el fondo esté.
Descubrí que el mundo ama
no por amor,
sino porque le haces sentir bien.
Es egoísmo.
Tanto que te consume
sin entregarte libertad.
Te vacìa y te abandona como càntaro roto.
Pues del querer surge
fácil el desprecio
y por donde dieron el abrazo,
exactamente entierran la daga.
De una sonrisa al ceño amargo,
corta es la distancia.
También aprendí
que el ser más triste
es aquel que vive intentando
complacer a los demás.
En un circo,
es el payaso quien menos ríe.
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