Heridas sirenas Poem by JUAN VICENTE PIQUERAS

Heridas sirenas

Somos tú, somos carne de tu carne,
voz de tu alma. Somos lo que eres,
la mejor, la peor, la única prueba
de que estás vivo. Somos tus encantos.
Somos las vivas fechas del dolor
que te ha criado. No nos abandones,
cuídanos, riéganos, mantennos frescas.
Tú eres nuestro, sin ti no somos nada.
Como tú sin nosotras - me suplican
las heridas piedad.

Heridas que me piden por favor,
como si fuesen quienes me rodean,
que no sea feliz, que las escuche:

¿Y qué harás sin nosotras cuando quieras
escribir un poema? ¿Qué dirás?
¿Qué que no duela puede interesar
a esa tribu de enfermos que da en leer poesía?

Tratan de convencerme de que soy
la causa del dolor que ellas me causan
más que las ganas de no padecerlo.
Sé que son mis sirenas y su canto
me seduce y me pierde
pero también me avisa, me despierta.

¡Lámelas, amor mío, haz que se callen,
haz que tu devoción las cicatrice
y siembre en ellas lo que no conocen! -
podría suplicarle a la mujer que amo
pidiéndole piedad como si yo
fuese una herida suya.

Pero ella me diría:
No pidas al amor lo que el amor
no puede darte. Sánate a ti mismo.

Y así me veo, atado
al mástil de estas voces que son apenas mías,
ciego a fuerza de cielo, sordo a súplicas,
buscando entre la niebla
el rumbo que el asombro ha trazado en mi sangre.






Adiós, heridas, sé que os debo todo
lo que no soy. Ahora
debo irme, no puedo
quedarme aquí escuchando vuestras quejas
ni las mías. No quiero ser el mártir
de una fe que no tengo.

Me llamo Nadie, no San Sebastián.

Me espera el mundo, el mar y lo que amo,
la odisea feroz de ser feliz.

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