El latín engendró a los romanos
Las arengas de César exaltaron sus voces
Y se clavó en la historia como una espada áurea
Virgilio lo cantó al oído del Dante
Todas las otras lenguas aún son bárbaras
El amor era una fiesta en sus sonidos
La vida de Jesús no existe sin el eco
De los réquiems antiguos por su ausencia
El silencio elocuente del idioma latino
Es hoy nuestro epitafio.
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